SALUDOS HERMANOS

Así como mi destino a sido guiado por mis Orishas y Egguns de nuevo me encuentro solo, buscando la manera de un mejor vivir, confesando jamás haber vivido de mi religión (No critico a quien lo hace), con mas de una década de consagrado a mi Orisha tutelar Yemaya, y un largo camino religioso recorrido por un sin fin de consagraciones , me dio cuenta que el consejo siempre a sido sabio, todos los designios de Osha e Ifa me han me lo han recordado, que debo tomar el camino del río, ahora, aquí estoy, retomando el camino...

domingo, 8 de agosto de 2010

Algunos PATAKIES o HISTORIAS del Signo del DILOGGUN o Caracol (6) OGBARA

Leyendas:

• Obara salió a cazar al monte y trajo un carnero. Lo preparó para comer y empezó a asarlo. El olor llegó lejos. Unos comerciantes que pasaban por allí lo sintieron y les gustó tanto que se acercaron y le pidieron que les dejara comer. Obara los invitó a entrar a su casa y les brindó del carnero asado; pero ellos eran muchos y como Obara no quería quedar mal con ellos prefirió dejarles comer solos. Cuando terminaron de comer quisieron proseguir su camino pero estaban tan llenos que no podían cargar con sus mercancías. Decidieron dejarle hortalizas y unas alforjas a Obara como agradecimiento. Cuando se fueron, Obara abrió las alforjas salieron muchas joyas y objetos preciosos. También descubrió que dentro de las calabazas había dinero. HACER EL BIEN SIEMPRE SERA TU RECOMPENSA

• Un leñador pasaba su tiempo criando animales y cortando leña. Pero su vida era tan aburrida que decidió dejarlo todo e irse a vivir a otro pueblo. Cuando llegó quiso entretenerse un poco diciendo mentiras aprovechando que nadie lo conocía. Un día comenzó a decir a la gente que si se acostaban temprano al otro día encontrarían mucho dinero por las calles. Esa noche el mar inundó las calles y junto con el agua salieron los tesoros de los barcos hundidos. Cuando el pueblo se levantó notaron que el leñador tenía razón y le pidieron que les gobernara. LA MENTIRA A VECES SE CONVIERTE EN VERDAD

• El Rey había ido a consultarse. Ifá le dijo que no se confiara de quienes le rodeaban en palacio, que no tenía amigos. El Rey contestó que no podía ser cierto porque la mitad de sus subalternos eran miembros de su familia. Pasó el tiempo y el Rey tuvo que salir de viaje así que dejó el control del reinado a unos amigos suyos. A su regreso, encontró que sus mismos amigos se habían adueñado del poder y querían asesinarlo. Para resolver la situación tuvo que esconderse y hacer rogación. Pudo ver como sus enemigos se mataban entre ellos mismos. Después retomó el poder y governo un nuevo. DA PODER Y SERAS AJUSTICIADO

Algunos PATAKIES o HISTORIAS del Signo del DILOGGUN o Caracol (5) OSHE

Leyendas:

• Había un campesino que tenía una novia al otro lado del río. Estaban tan enamorados que la iba a ver todas las noches. Ella se llamaba cosita. Una tarde, cuando iba a verla, encontró que el río estaba crecido. Se desesperó tanto que le prometió al río que si lo dejaba pasar le llevaría una cosita. El río descendió sus aguas al instante y le dejó pasar. Al otro día le llevó frutas de sus tierras al río como agradecimiento y volvió a visitar a su novia. En varias ocasiones usó la misma táctica para que el río le dejara pasar, con las lluvias se crecía a menudo. El campesino invitó su novia a que visitara sus tierra y cuando estaban pasando por el río la llamó por su nombre. El río pensó que ella era el regalo que el campesino le había prometido y se la tragó. El campesino se tiró en el agua para salvarla; pero el río se lo tragó a él también. PIENSA BIEN LO QUE QUIERES U OFRECES, NO DEBES SER MAL INTERPRETADO POR NADIE

Se celebraría una fiesta en el cielo a la que estaban invitados todos los animales. Rendirían homenaje a Oloddumare por su gran sabiduría y el modo con que estaba ordenado las cosas en la tierra. Iban las aves con sus mejores galas, los animales del monte limpios pero siempre alertas. Faltaban los peces y los animales del mar; pero para ellos se estaba preparando otra fiesta en los palacios de Olocun y Yemayá donde los animales y las aves no podrían asistir. Para cada cual había una fiesta en su medio natural.

Comenzó cuando el sol marcó las cuatro de la tarde con la sombra de una palma sobre la sabana. Se sentía la música de los tambores, güiros y campanillas. Mieles por doquier, merengues preparados por Obbatalá y las mejores frutas del huerto de Orishaoko. No se sirvieron carnes para no despertar el recelo de los principales invitados: los animales.

Allá fue el loro con su lujoso plumaje, verde, azul y rojo brillante. Altanero y consciente de su belleza. No en balde Oloddumare lo consideraba el ave de las mejores plumas sobre la tierra, al que mayor tiempo dedicó porque esa noche había sido inspirado por la explosión de estrellas en la noche oscura.

— Míralo, cree que por tener ese color es mejor que nosotros — le decía la guinea a la paloma. Tú, que eres la mensajera de Oloddumare, de Obbatalá y de Ochún, no te pavoneas tanto. Pero ese orgullo durará hasta hoy, no lo soporto un instante más.

— ¿Qué piensas hacer? — dijo con curiosidad a la guinea.

— Nada, espera y verás.

Y desapareció. La paloma se quedó intrigada por las palabras escuchadas; pero creyó que eran solamente celos pasajeros de otra no menos privilegiada; sus plumas eran o tan blancas como para decorar los vestidos de Orishanlá o tan negras como para adornar los sombreros de los guerreros y para preparar las alas de Osain que todo lo veía dentro del monte. Cada uno en la tierra tenía su función mágica y no era como para estar codiciando la de los demás. Hasta los más horrendos plumajes servían para algo, sobre todo en temas mágicos.

En verdad, la guinea había ido hasta el monte, donde tenía su nido escondido entre las zarzas y las piedras. Juntó unos palitos, hizo fuego y se puso a preparar un polvo en un calderito de freír. Machacaba, removía, volvía a machacar, le sudaba la frente y se estaba arruinando el maquillaje: No tenía prisa, se comentaba que Oloddumare haría su aparición cuando cayera el sol para iluminar él mismo los salones del palacio con sus ropas y ella tenía tiempo suficiente para preparar su brujería. Machacando y triturando envolvió en unas hojas de yagruma un polvo negro que se metió en el bolsillo.

— ¿Qué te ha pasado guinea? Estás toda sudada, le faltarás el respeto con tu olor a Oloddumare. ¿Dónde estabas metida? — le dijo la paloma apenas la vio llegar

— Cállate que se acerca el loro.

Y fuff… le sopló un polvazo que lo dejó tambaleándose de una pierna a la otra, mareado y con peligro de caerse. Cuando se pudo recuperar ya era tarde. Su plumaje estaba manchado de negro, marrón y gris, arruinado para siempre. Sólo se entreveía, por debajo de las plumas, su antiguo esplendor.

Oloddumare, que ya estaba descendiendo por las escaleras hasta el gran tumulto de cantos, comidas y murmullos pudo precisar que el loro, su preferido, estaba con los brazos cruzados en torno al cuerpo, temblando como si tuviera frío. Con los ojos aguados y soplándose la nariz con un pañuelo tan oscuro como el polvo que cubría su esplendor.

— ¿Por qué llevas esa capa oscura puesta? ¿Estás afiebrado? — se interesó Oloddumare.

— No mi señor, la guinea me ha lanzado un maleficio.

Oloddumare guardó silencio por un instante y observó la guinea que intentaba escapar. Sabía que el loro era incapaz de mentir. No podría resolver nada al momento pues no quería arruinar el festejo; pero procedió con su veredicto justiciero.

— Guinea, por dejarte llenar de envidia y haber obrado con el mal te castigaré: servirás sólo para curar enfermedades y nunca se sabrá qué sexo tienes a no ser que te vea sobre el nido empollando los huevos. Desde ahora no tendrás identidad.

Después del veredicto Oloddumare olvidó lo ocurrido y no pensó en el antídoto para librar a su preferido del hechizo; tuvo que lavarse como pudo en el río. Por más que se frotó con estropajo y jabón, un color ceniciento le quedó en las plumas para siempre.

Ochún, que había visto lo sucedido, recogió enseguida al pavo real debajo de sus faldas; si le ocurría algo similar a su animal favorito no respondería de sus actos, comenzaría por volver agrios los dulces de las fiesta.

La guinea se quedó nerviosa y asustadiza. Desde entonces se esconde en el monte y alza el vuelo apenas alguien se acerca, teme otro castigo de Oloddumare. LA ENVIDIA TE INCRIMINA Y TE HACE PAGAR

• Un caminante que venía de lejos cansado y fatigado, tenía tanta sed que veía visiones. Se encontró con un grupo de personas sentadas a la orilla de un charco de agua infectada y fue a hablar con ellos. Ellos le dijeron por maldad que si tenía tanta sed podía tomar agua del charco. El comerciante veía tan mal que no se percató del mal estado de las aguas y bebió hasta saciarse; después continuó viaje mientras los que estaban alrededor del charco se burlaban de lo que había sucedido. Cuando el comerciante había caminado un buen trecho, el agua comenzó a revolverle el estómado y le enfermó la sangre. La piel se le llenó de granos y murió. ESPERA QUE TOMEN LOS DEMAS, NUNCA SEAS EL PRIMERO

• Había mucha miseria en el pueblo, debido a la sequía escaseaban los frutos y las cosechas eran pobres; los ríos estaban secos y las mujeres no parían. Ochún hizo rogación con un cesto, huevos, agujas, hilo blanco, hilo negro, bollos y un gallo. Cogió su cesto, se lo puso en la cabeza y salió a buscar el palacio de Olofin. Había caminado muy poco cuando salió Elegguá y le ofreció las agujas con los hilos. Elegguá le dijo que cuando se encontrara otra persona, que le ofreciera los huevos y le preguntara cómo se llegaba a donde estaba Olofin. Ochún siguió caminando y se encontró un viejito que era Obatalá y le ofreció los huevos. Obatalá se sintió tan complacido que le preguntó si necesitaba algo y Ochún le preguntó cómo se llegaba al palacio de Olofin. Obatalá se lo dijo y le aconsejó, cuando llegues reparte los dulces a todos los presentes. Ochún llegó a donde estaba Olofin y repartió los dulces y Olofin le preguntó si necesitaba algo. Ochún le pidió agua para su pueblo. Enseguida comenzó a llover. HACER OFRENDAS ES SIEMPRE EL MEJOR DE LOS CAMINOS

Algunos PATAKIES o HISTORIAS del Signo del DILOGGUN o Caracol (4) IROSO

• Una madre estaba triste porque su hijo se iba a otra tierra. El dijo le decía que no se preocupara porque se iba de gobernador y había escogido sus mejores amigos para que le acompañaran en el viaje. Salieron rumbo a la tierra que los esperaba y todo marchaba muy bien hasta que tuvieron que atravesar una cueva. El joven fue el primero en entrar y apenas lo hizo, sus amigos cerraron la entrada y la salida porque le habían cogido mala voluntad, envidiosos del cargo que iba a desempeñar. No pudieron matarle con la clausura dentro dentro de la cueva. El mar estaba muy cerca y por la noche rugió tan fuerte que con sus olas abrió un hueco por donde salió el joven gobernador que llegó a su destino. TU DESTINO SIEMPRE SERA TU DESTINO A SI LOS DEMAS SE OPONGAN A ELLO

• Irosun celebró una fiesta a la que invitó a sus vecinos. Decidió poner la peor comida y bebidas que tenía y aún así, la gente comió y bebió lo más que pudo. Llegando el final de la noche se armó una tragedia debido al descontento por las cosas ofrecidas. Así Irosun descubrió quiénes eran sus amigos y quienes estaban solamente interesados en lo que él les podía resolver. MUCHOS VAN A TI SOLO POR CRITICARTE